domingo, 5 de febrero de 2012

Momentos antes del naufragio.

La sede del club de Punta Lara es un reducto de senilidad decadente donde se recrea la fantasía de pertenecer a alguna alta alcurnia inexistente a estas alturas, como si fuese que asistir al sitio del naufragio mirando un documental del Titanic incluyera en el acto en su lista de pasajeros.
En fin, mucho calor y fui yo también.
Estuve sin darme cuenta toda la tarde con el corpiño de la malla a medio atar sujetado por dos hilitos que desilachados se habían enredado y mantenían las cosas en su sitio.
Fui desafiada por la juventud a zambullirme y tuve que hacerlo para demostrar que todavía pertenezco.
Entre el impacto y la fricción del agua me quedo un seno al descubierto, me apresuré a acomodarle antes de llegar a la superficie aún cuando tengo claro que nada garpa tan libre como teta al aire a la hora de pintar la libertad.
No quise presumir.
El comentario general hubiese sido:"Oh! pero que seno mas turgente el de esa chica!"
La comparación me favorecía además de la casualidad.
Berenjena es más seductor que chaucha.
En la mitad de la vida se es más chico que 30 años después.
Los veranos también son un poco tristes.

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