jueves, 19 de julio de 2012

Stop reading

Me sale todo el mundo al cruce cuando digo que hay que evitar la lectura como si pronunciara una herejía en tiempos de la inquisición.
Es así.
Parecería que los libros son algo sagrado y santo, que cualquier cosa que se copio en papel y logro venderse es algo que merece reverencia.
Pamplinas.
La literatura es una perdida de tiempo. Mirar películas también.
Mal.
Puede servir para llenar tiempos muertos como la convalecencia o un viaje en metro, siempre y cuando se viaje en subte todos los días y haya perdido el encanto por la rutina.
Historias ajenas, extrañas que en el mejor de los casos le pasaron a alguien y en la mayoría a nadie.
La información compactada esta buena, pero las novelas... mon dieu!
El asunto es que de alguna manera, quien sabe como, los libros lograron un lugar de privilegio en la cultura.
Es halo de sacralidad a la palabra escrita, me desquicia!
Me desquicia tener que contribuir a lo politicamente correcto de apoyar la lectura.
Me saca mal!
Participar  sin querer de ese fascismo de publicitar las palabras de aquellos que quien sabe como lograron imprimirlas.
Es mejor Homero que tuvo un caligrafo más diestro que su competidor analfabeto?
No sé.
Quíen sabe?
Por otra parte hay un montón de tiempo de vida que se desperdicia leyendo, un montón de tiempo que se podría aprovechar experimentando en carne propia.
No sé.
Dejo esto anotado porque luego me olvido que es lo que tengo que decir a la hora de defenderme de la intelectualidad mal entendida que pugna por acorralarme con eslogans trillados.

lunes, 9 de julio de 2012

Pablo Suñe

Resulto ser que en el último cuarto del siglo pasado había instalado mis aposentos en la biblioteca de la casa de mi abuela.
Compartía el tiempo con los libros de la familia entre los que habitaban muchas, muchas pero muchas novelas clásicas de tío abuelo Pablo al que ni siquiera conoció mi homónimo padre.
Este chico Pablo estudiaba ingeniería y fue un activista posta en la revolución universitaria en La Plata, contaba orgullosa mi abuela, que se habían atrincherado en el museo no sé cuanto tiempo y su padre panadero les llevaba pan y se los pasaba por una ventana.
La macana es que se murió a los 22 años, un garrón familiar que recién ahora puedo dimensionar.
Me fascinaba este viejo 5 años mayor que yo, le leí sus Dumas, sus Vernes, sus Dostoyevieskis, sus Shopenhauers como una forma de conocerlo. Tambien estaban sus cuadernos y notas que de tanto en tanto analizaba.
Que se yo.
El sábado estaba en una librería viendo las pilas de clásicos y calcule el tiempo que se invierte en leer todo eso además de lo que no es clásico y no estaba en las pilas y me acorde de el.
De sus 22 años se le fueron un montón leyendo todo eso.
A mi también.
Me dió un escalofrío porque quise recordar el Príncipe Idiota y lo único que me acorde es que era un puterío y que al tipo lo condenan a muerte y luego zafa. O sea que fue una pérdida total de tiempo.
Una pérdida mal!!!
Leer novelas es equivalente a mirar películas. Una perdida de tiempo con aspiraciones de intelectualidad elevada.

Nos hacen consumir literatura como si fuese algo santo, algo con que chapear cuando son lisa y llanamente historias, con más o menos metáforas, algo que le puede pasar a cualquiera y mientras uno lee tiene mínimas posibilidades que esas cosas copadas le pasen a uno.
Es tan triste leer historias de otros como mirar películas, una forma de quitarse el aburrimiento porque nada pasa en la vida propia.
Evadirse en el fondo.
Nada... me voy a mirar otro ratito el facebook.

miércoles, 4 de julio de 2012

Libre de verdad.

Resulto ser que me estaba bañando y el agua empezó a salir de forma intermitente.
Mas que intermitente eran chorros de aire intercalados por agua hirviendo.
Hasta que finalmente se corto de manera definitiva.
Frío, muchisimo frío.
Nadie al alcance para socorrerme así que tuve que recurrir a mi perpetuo autosocorro.
No me iba a andar vistiendo.
No, para nada.
Tenía champú en el pelo.
Improvisé un disfraz de talibana con las toallas me tape la cara pero no me alcanzo para taparme las nalgas.
No importa, lo importante es el anonimato, y mi cara es más famosa que mis gluteos al menos en el edificio en que vivo.
Salí al palier, fuí a la sala de máquinas y prendí la bomba de agua.
En minutos estuvo solucionada la sequía.
No sé que habrá pasado.
Se rompió el automatico?
No hay agua en todo el barrio?
Se corto la luz y saltó la térmica?
Misterio sin resolver, no como el fantasma del culo al aire de esta tarde.