jueves, 22 de marzo de 2012

Hache dos O

Resumo porque me lo voy a querer acordar
Los otros días cuando me disponía a buscar un paquete de galletitas de pasas en el mueble de abajo de la mesada me topé con un charco de agua surtido por la pared.
Convoque un profesional que me solucionara el problema con un breve casting.
El agua no venía de la ahí nomas y hubo que sacar el horno.
La cañería de plomo es más vieja que mi papá que ya lleva tres cuartos de siglo aquí en este planeta.
La verdad es que es muy aburrido el cuento este y no me lo voy a querer acordar más.

Lo bueno que entre toda la remodelación me encontré con la cabeza de mi verdadero fémur en un tarrito de helado la cual no había tocado ni visto muy de cerca desde que me la sacaron a principios de este siglo y se la había pedido al médico para enterrarla en el fondo de mi casa.
Estaba llena de tierra y telarañas.
Me dio curiosidad.
Como estaba la hidrolavadora conectada la empecé a limpiar hidrolavándola adentro del tarro.
Con la presión del agua se salió y empezó a rodar por el patio.
La retuve entre los pies para poder mantenerla en su sitio mientras el chorro le sacaba toda la tierra de sus recovecos óseos.
Finalmente la agarre con la mano y la miré con detenimiento.
No sé porque no lo había hecho en todos estos años.
Asco no era, si agarro huesos de vaca y chancho todo el tiempo.
Que se yo... impresión... en una época esas sensaciones que no podía determinar que eran les decía impresión.
No sé.
Al final me dio como un orgullo de poder hacer eso, tener mis propios huesos en la mano.
Como que hice lo que hace la muerte con todo el mundo y guau! yo lo estaba haciendo conmigo.
Como que tuve un privilegio que solo tiene la muerte.
No sé.
Que se yo.
A lo mejor la perdone.
No sé.
Quien sabe.

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