Desentenderse de la idea de muerte como una medida de precaución.
La espera inevitable del momento de rendir cuentas.
El saldo restante de la cuenta mal saldada.
La deuda perdonada.
El acreedor enojado pide una compensación.
El pagaré a cobrar.
El cheque sin fondos.
El cajero automático que escupe billetes falsos.
La clave incorrecta.
El usurero atento a nuestra súplica desesperada.
La cola interminable.
El dni borroneado.
El sello feroz se estampa contra el comprobante.
Nadie comprueba nada.
Confluir como reo, juez, verdugo e indultador.
En ese momento todo habrá perdido su importancia.
jueves, 17 de marzo de 2011
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