lunes, 30 de mayo de 2011

Amén, ॐ y hoponopono.

Los mantras, las oraciones y todo eso son un entrenamiento.


Conectarse con una vibración para alterar la conciencia.


El entrenamiento es eso, práctica, un ejercicio, una preparación que por suerte cumple su objetivo y se automatiza, se hace un reflejo inconsciente y uno se independiza de ellos de la misma manera que se independiza de estudiar las tablas de multiplicar una vez que se las ha aprendido y hasta ese entrenamiento parece elemental y digno de ternura.


La meditación deja de ser conciente, la oración a propósito deja de parecer un estado extraño.


La conciencia se altera permanentemente.


La percepción se sensibiliza al punto de hacer posible la telepatía, la "adivinación" y esas cosas.

No se... tengo un poco de miedo... a mi alrededor ocurren cosas extrañas y no se como explicarlo.










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